EL LIBRO DE LOS JUEGOS

 

Ya sabemos que el juego es la principal actividad estructurante de la infancia. Con los juegos nos relacionamos, establecemos lazos afectivos, aprendemos a convivir y nos desarrollamos como seres humanos únicos. Pero sobre todo, con los juegos estructuramos nuestras mentes. Es necesario, hoy más que nunca, jugar en las aulas de infantil, ya que no tenemos tiempos de juegos en otros lugares. 

Comenzamos jugando a los Reyes Magos, compartiendo lo que nos trajeron y jugamos con juegos de siempre. 

       

La comba es juego que nos acompaña diariamente tanto en el patio como en clase. Jugamos a saltar y apuntamos la cantidad de saltos que hacemos. Así vamos dando funcionalidad a los números y desarrollando nuestras habilidades motrices.

    

También hicimos cometas para jugar y peonzas con números, en nuestro tiempo libre por rincones.

Pero de forma conjunta disfrutamos de muchos juegos que después de jugarlos, los dibujamos y escribimos sus nombres. Así fuimos haciendo un libro de juegos que llevamos a casa. 

  

El camino era jugar, hablar de nuestras emociones y, por último, expresar: dibujar y escribir. 

                            

Comenzamos con el juego de los abrazos musicales. Suena la música y cuando para, damos abrazos de 3, 4, 6 o 2 personas. Así vamos estrenando amigos y sintiendo el abrazo de nuestros compañeros. 

 

                           

Un juego que hacemos mucho es el conejo de la suerte. Todos en corro sentados ponemos nuestra mano mano derecha con la palma hacia arriba sobre la de nuestro compañero, y la mano izquierda debajo de la mano derecha del que está a nuestra izquierda. Así vamos dando palmada con la mano derecha a la mano de nuestro compañero que está a la izquierda. Mientras, cantamos la siguiente retahíla:

El conejito de la suerte, que vino esta mañana, a la hora de partir,

Oh, sí, ya está aquí, haciendo reverencia, con cara de impaciencia,

Tú besarás al chico o a la chica que te guste más.

La persona que reciba la última palmada de la canción debe de dar un beso a quien quiera. Todos esperamos el beso con los ojos cerrados. Así hasta que todos besen o sean besados.

                                           

La ducha. En grupo de cinco, uno se sitúa en el centro con los ojos cerrados, los demás hacen de agua con sus manos que recorren el cuerpo de sus compañeros. Vamos cambiando hasta que todos estén duchados con muestras de cariño. Luego hablamos de lo que sentimos y dibujamos y escribimos el juego.

 

El espejo. Por pareja cada cual hace de espejo del compañero y debe imitar todos los movimientos como si se mirara a un espejo.

                                                  

 La estatua: bailamos libremente hasta que pare la música y nos quedamos quietos como estatuas en la posición que nos pille.

               

La gallinita ciega. Uno es la gallinita y le vendamos los ojos. Cantamos la canción:

Gallinita ciega, qué se te ha perdido, una aguja y un dedal, cierra los ojos y la encontrarás, uno, dos y tres.

Debe de ir tocando a los compañeros hasta identificar a alguien por su nombre.

                       

La olla. Sentados en corro uno da vueltas alrededor y deja un objeto detrás de alguien. Éste, cuando repare en ello, coge el objeto y sale corriendo para alcanzar a quien le dejó el objeto. Si lo alcanza se va al centro de la olla, del corro. Si no lo alcanza, comienza el juego de nuevo y es él el que deja el objeto detrás de algún compañero.

                     

Dos filas hacen de lavacoches y en el centro pasa alguien, con los ojos cerrados, que es el coche que necesita de limpieza . Todos van lavando al compañero con sus manos hasta el final del túnel de lavado. Así van pasando todos por ser coches.

                 

El péndulo. En grupo de cinco. Uno es el péndulo, con los ojos cerrados se deja llevar mientras los demás lo balancean de un lado para otro. Es un juego de confianza y de contacto. Todos van pasando por ser el péndulo.

 

Una madre de una alumna se enteró de que estábamos haciendo juegos en el aula y se ofreció para enseñarnos algunos juegos. Nos hizo un juego de puños y manos. Cada uno tenía que tener una mano abierta y otra cerrada. Con los ojos cerrados teníamos que unir nuestras manos abiertas con puños cerrados de algún compañero. Así fuimos uniéndonos en una telaraña de contactos y afectos.

También nos enseñó el juego de la red y los peces. La mitad de la clase unidos de la mano formando un corro y teníamos que atrapar a los peces que jugaban entrando y saliendo del corro.

 

Un juego en el que las matemáticas se une con la percepción y con los afectos. 

Recotín, recotán, de la vera vera va, del palacio a la cocina ¿Cuántos dedos tengo encima?.


                

Las sillas cooperativas. Cuando para la música hay que sentarse en una silla. Si no hay sillas debemos sentarnos en algún compañero. Así vamos quitando sillas y haciendo que, cada vez más, sean muchos los que tienen que sentarse encima de otros. 

                     

El teléfono. Sentados en corro, alguien dice una frase al compañero. Éste debe de comunicarla en voz baja, al oído del que tiene al lado. A su vez, éste último debe de comunicarla a su compañero y así hasta el final. El último dice la frase que le ha llegado y la contrasta con la frase original. Entre risas vemos la distorsión experimentada mediante el recorrido. 

                                       

El tren de la risa. Cada uno pone su cabeza sobre la barriga de un compañero. Así realizamos un tren entre todos. Cuando hacemos cosquillas al primero, mueve la cabeza sobre la barriga del compañero, que a su vez mueve la cabeza sobre la barriga del compañero. Así conseguimos el efecto de que todos hacemos reír al otro en un tren de risas. Luego escribimos EL TREN DE LA RISA y dibujamos la situación.

Todos los juegos dibujados los archivamos diariamente en nuestro portafolios. Así montamos el libro de los juegos. Le hacemos la portada, enumeramos las páginas y lo llevamos a casa para compartirlo con la familia.

 

Programación 5 años