LA PRIMAVERA ESTÁ FUERA DEL AULA

Para estudiar la Naturaleza es necesario romper los muros del aula y dejar que los animales y las plantas entren al colegio, o mejor, hay que salir fuera del aula para verlos en su medio natural.

Todos los viernes regamos nuestro jardín, y es por eso que estamos atentos, diariamente, al crecimiento de las plantas y a las flores que nos regalan. Nunca nadie estropeó una planta. Cuando algo es nuestro, lo cuidamos y lo respetamos. 

                        

Contemplar el nacimiento de una flor o los primeros brotes de las hojas de la morera de nuestro patio nos enseña a valorar la naturaleza. Estamos esperando a que la morera eche hojas para alimentar a nuestros gusanos de seda. 

En nuestro patio también tenemos un álamo, un día alguien trajo unos "gusanitos" que se caían de él. Había que investigar qué era esa cosa. 

                       

Con las diferentes lupas miramos una y otra vez, hasta descubrir que eran las flores del álamo. 

                               

En realidad los supuestos gusanitos eran ramilletes de pequeñísimas flores. Estábamos aprendiendo a observar y a investigar la naturaleza. 

 

En nuestro jardín tenemos un aloe vera que regamos y cuidamos durante todo el año. 

   

A veces, cortamos un poco de su tallo y lo untamos en nuestras manos y en nuestra cara. ¡Se quedan tan suave! 

   Cuando llegó la primavera llegaron al aula muchas macetas de plantas olorosas y con flores. La fuimos tocando, oliendo, admirándolas,...

 

Cerrar los ojos es imprescindible para sentir el olor de una planta. Primero la percepción, luego la descripción, poner palabras. 

   

Escribimos los nombres en cada maceta y las cuidamos. La escritura siempre funcional y significativa. 

 

 Antes de plantar las macetas traídas de casa, la tienda se convirtió en floristería y jugamos libremente a comprar y vender plantas. Ya sabemos que el juego es la principal actividad de la niñez. En donde de verdad se aprende. 

 

Sembrar las plantas en nuestro patio fue todo un acontecimiento. Ya se sabe: el contacto con la tierra y el agua. 

   

  Ahora teníamos una nueva responsabilidad en los recreos: regar y cuidar las plantas. 

   

              Muchos días pasábamos la mano por la menta, la lavanda o la hierbabuena para oler su fragancia. Ver cómo crecen las plantas nos ayuda a crecer. 

           

También en primavera leímos el cueto del curso pasado: "Dos flores orgullosas", y bailamos el Vals de las flores de Tchaikovsky. 

                 

   Y la primavera nos llegó al cuerpo y al alma. 

 

Jordan nos trajo una flor seca de girasol y comimos y sembramos las pipas. Otros días jugamos a que éramos semillas y crecíamos como las pipas de girasol.            

                       

También observamos que las uvas del otoño se habían convertido en pasas con el paso del tiempo. Y contemplamos hojas secas en las que se podía contemplar los nervios por donde se alimentan las plantas. 

       

 Juan y Vicente nos trajo una mata de garbanzo a la que pudimos sacarle los garbanzos dentro de la vaina. 

               

Este curso, el Ayuntamiento de Vélez-Málaga nos regaló algunos árboles para que nos dieran sombra en el patio.  Contemplamos asombrados cómo lo sembraron.  

 

Aún no han echado hojas, pero ver su figura y su sombra es todo un espectáculo de la Naturaleza. Quizás la belleza esté en nuestros ojos, en saber mirar, en aprender a mirar lo que diariamente nos regala la vida. 

                    

                                     

Cuando asistimos con emoción al milagro de la naturaleza es fácil expresar gráficamente lo vivido. El arte, quizás, no sea más que la expresión de lo que sentimos. 

Si lo que educa son los contextos en los que vivimos, parece interesante llenar el aula de plantas para educar en el amor a la naturaleza. 

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